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Fines de los años 60 en Europa. La juventud vivía días de efervescencia que partía desde las universidades y se extendía hacia las calles de las grandes ciudades. La literatura, la filosofía, el rock and roll y el libertinaje sexual eran las insignias de una generación que consumía hippismo.

En ese contexto, Richard Branson supo ser un hippie atento y con ganas de sacarle el jugo económico a aquella movida cultural. Mientras era todavía estudiante universitario, Richard editó la revista Student, en donde logró entrevistar a personalidades de la talla de Mick Jagger o Jean Paul Sartre, entre otros. En su primera edición, la revista Student logró vender 50 mil ediciones. “Usted va a terminar millonario o en la cárcel”, le advirtió un profesor a Richard en aquel momento.

Luego del éxito de Student, el joven Richard continuó expandiéndose dentro de los negocios vinculados a la cultura hippie de la época, y abrió una casa de venta de discos, totalmente distinta a lo que se conocía en el momento. Era un lugar para pasar horas, en un ambiente cálido, escuchando las últimas novedades de la música en el mundo.

Cuando las tiendas Virgins ya eran un lugar de culto, Richard Branson fue más allá y lanzó el sello discográfico Virgin Records, con el que llegó a grabar discos con Sex Pistols y los Rolling Stones, entre otros.

A pesar de contar con una fortuna de millones de dólares, Branson nunca abandonó su onda hippie y aventurera, al punto de donar varios millones a obras de caridad y hasta querer recorrer el mundo en globo aerostático, algo que casi le cuesta la vida.

Mucha razón tenía aquel profesor universitario con esa premonición: “vas a terminar millonario o en la cárcel”.

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